Homenaje a la figura del mas grande héroe legendario que ha dado España. Nacido en el medievo, castellano por excelencia; tuvo el reconocimiento incluso de sus enemigos que le admiraban, como fue el caso del escritor árabe Ibn Bassam, que al describir el asedio a Valencia lo retrata como uno de los milagros del Altísimo, por la firmeza de su carácter y su valor heroico que le llevaron siempre a la victoria. Héroe de leyenda, sus gestas fueron durante mucho tiempo pregonadas por cantantes y juglares a través de romances y cantares. La plasmación mas poética ha quedado reflejada en "El Cantar de Mio Cid". Acusar al Cid de ser solo un mercenario en tiempos donde reyes cristianos y moros creaban y traicionaban alianzas en pos de intereses propios supone una afirmación demasiado pueril. Han pasado mil años y el Cid sigue cabalgando. La leyenda continua.

martes, 14 de noviembre de 2017

Palabras del Cid al pueblo tras la conquista de Valencia

  

El 19 de Junio de 1094, cuatro días después de hacerse con el control absoluto de la ciudad de Valencia, en su residencia del arrabal de Villanueva, convocó a los alcaides de los castillos de los alrededores y a los notables de la ciudad y se presentó ante ellos en una sala adornada con alfombras y tapices, invitándoles a acompañarle para decirles lo siguiente:
   "Yo soy hombre que nunca he reinado, ni tampoco nadie de mi linaje, pero desde el día que contemplé esta ciudad me agradó tanto y deseé tanto hacerla mía, que comencé a rogar a Dios Nuestro Señor que me la pusiera en mis manos; y ved cuan grande es el poder de Dios, que el día que yo llegué a Yubayla, solo tenia cuatro panes, y ahora Dios me ha dado Valencia y soy el dueño de ella. Y en adelante, si yo fuere justo en su gobierno, el Señor me la conservará; pero si yo obrare mal por injusticia o soberbia, sé que el mismo Señor me la arrebatará.
   A partir de hoy cada uno de vosotros vaya a sus heredades y vuelva a poseerlas como antes. Si hallare su huerta o su viña sin cultivar, puede ocuparla en el acto; y si la encontrare cultivada, abone al que la labró todo su trabajo y todos los gastos que hizo y recupérela, como manda vuestra ley.
   Además he ordenado a los que deben recaudar los impuestos en la ciudad que no tomen mas el diezmo, conforme a la ley coránica. También he dispuesto destinar dos días a la semana: lunes y jueves, para oír vuestros pleitos; y si surgiere algún litigio, que no admita demora, podéis acudir a mi cualquier día, porque yo no pierdo el tiempo con mujeres, con canciones, ni bebiendo, como lo hacían vuestros señores, que no tenían tiempo para recibiros. Porque yo quiero resolver personalmente todos vuestros problemas y ser para vosotros un compañero mas, como un amigo para su amigo o un pariente para su pariente; yo quiero ser vuestro alcalde y vuestro alguacil y cada vez que tengáis alguna diferencia, uno con otro yo la solucionare." (1)

   También habló para los musulmanes:
   "Me han dicho que Ibn Yahhaf cometió ciertos atropellos contra algunos de vosotros, que os tomó vuestros bienes para obsequiarme a mi con ellos, y que puso por disculpa que ésos, a quien les tomó los bienes, se habían aprovechado del asedio para vender el pan muy caro; yo no quise aceptar tal regalo y jamás aceptaría tales presentes. Porque si yo quisiera tales regalos, yo mismo los cogeria, y no se los pediría ni a el ni a ningún otro. Quiera Dios que yo nunca quite a nadie lo suyo sin razón.
   Y a aquellos que vendieron sus productos y obtuvieron sus ganancias honradamente que Dios se lo acreciente; y a aquellos a quienes les fueron arrebatados algunos bienes, vayan a Ibn Yahhaf, que yo le ordenare que os lo devuelva todo.
   ¿Sabéis el dinero y las joyas que yo requise a los emisarios que iban a Murcia? Todo aquello era mío, porque yo lo gane por derecho de guerra, y se lo tomé a los que faltaron a lo convenido conmigo; y aunque me apoderé d ello con todo derecho, quiero ahora devolverlo hasta el ultimo ochavo, para que no pierdan de ello sus dueños ni poco ni mucho.
   Quiero que me prometáis y juréis lo que os voy a indicar y que no os apartéis de ello, ni lo dejéis de cumplir nunca, a saber: que series obedientes a mis ordenes y que cumpliréis lo que habéis acordado conmigo, porque yo os quiero bien y quiero preocuparme por vosotros y por vuestras cosas y tengo gran pesar por lo que tuvisteis que sufrir de hambre y mortandad.
   Si lo que habéis decidido al final, lo hubiereis hecho antes, no hubierais llegado a donde llegasteis, a comprar el cahiz de trigo por mil maravedíes, que yo os lo hubiera dado por un solo maravedí.
   Ahora habitad tranquilos y seguros en vuestra tierra, porque yo he prohibido a mis hombres que entren en vuestra ciudad a comprar o vender; le he mandado que lo hagan en el arrabal de Alcudia. Y lo hago para no molestaros. También he ordenado que no entre nadie con un esclavo en la ciudad y, si entrare, liberad al esclavo y dad muerte al que lo introdujo." (2)

   Y aún añadió mas:
   "Yo tampoco quiero entrar en la ciudad ni plantar mi morada en ella; voy a elegir junto al puente de Alcántara un lugar, donde acudiré a veces y que tendré siempre preparado para cuando lo necesite." (3)

(1) Menéndez Pidal, Primera Crónica General, pp. 588-589
(2) Op. cit., p. 589
(3) Op. cit., p. 589

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