Homenaje a la figura del mas grande héroe legendario que ha dado España. Nacido en el medievo, castellano por excelencia; tuvo el reconocimiento incluso de sus enemigos que le admiraban, como fue el caso del escritor árabe Ibn Bassam, que al describir el asedio a Valencia lo retrata como uno de los milagros del Altísimo, por la firmeza de su carácter y su valor heroico que le llevaron siempre a la victoria. Héroe de leyenda, sus gestas fueron durante mucho tiempo pregonadas por cantantes y juglares a través de romances y cantares. La plasmación mas poética ha quedado reflejada en "El Cantar de Mio Cid". Acusar al Cid de ser solo un mercenario en tiempos donde reyes cristianos y moros creaban y traicionaban alianzas en pos de intereses propios supone una afirmación demasiado pueril. Han pasado mil años y el Cid sigue cabalgando. La leyenda continua.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Babieca, el caballo del Cid

Babieca, el renombrado caballo que acompaña al Cid en su leyenda, debió ser de origen árabe, quizás botín de guerra, o regalo del rey Alfonso VI como recompensa a sus servicios. A lo largo del tiempo diversos autores han especulado con la posibilidad de que fuese un caballo blanco de raza árabe, o mezcla (hispano-árabe). También los hay que atribuyen su nombre asociando su procedencia con la comarca de Babia, en León. Y quienes mantienen la teoría de que deba su nombre a la expresión "babieca" que en el castellano antiguo significaba tonto, feo, u soso. Caballo heroico como su dueño, tal como dice el cantar tercero al referirse a el, cuando el Cid arremete contra el campamento que el rey Bucar de Marruecos mantiene cercando la ciudad de Valencia, y da muerte a este.

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El obíspo don Jerome priso a espolonada
e ívalos ferir a cabo del albergada.
Por la su ventura e Dios aquel amava
a los primeros colpes dos moros matava.
El astil a crebado e metió mano al espada.
Moros son muchos, derredor le cercavan,
dávanle grandes colpes, mas nol falssan las armas.
El que en buen ora nasço los ojos le fincava,
enbracó el escudo e abaxó el asta,
aguijó á Bavieca, el cavallo que bien anda,
hívalos ferir de coraçón e de alma.
En las azes primeras el Campeador entrava,
abatió a siete e a cuatro matava.
Plogo a Dios, aquesta fo el arrancada.
Mio Çid con los sos cade en alcanza;
variedes crebar tantas cuerdas e arrancarse las estacas
e acostarse los tendales, con huebras eran tantas.
Los de mio Çid a los de Bucar de las tiendas sacan

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Sácanlos de las tiendas, cáenlos en alcaz;
tanto braco con loriga veriedes caer a part,
tantas cabecas con yelmos que por el campo caden,
cavallos sin dueños salir a todas partes.
Siete migeros conplidos duró el segudar.
Mio Çid al rey Búcar cadíol en alcaz:
<<Acá torna Búcar! venist dalent mar,
>>Veerte as con el Çid, el de la barba grant,
>>saludar nos hemos amos, e tajaremos amiztat.>>
Repuso Búcar al Çid: <<cofonda Dios tal amiztad!
>>Espada tienes en mano e veot aguijar;
>>asi commo semeja, en mi la quieres ensayar.
>>Mas si el cavallo non estropieca o conmigo non cade,
>>non ten juntaras conmigo fata dentro en la mar.>>
Aqui repuso mio Çid: <<esto non será verdad.>>
Buen cavallo tiene Búcar e grandes saltos faz,
mas Bavieca el de mio Çid alcanzandolo va.
Alcancolo el Çid a Bucar a tres bracas del mar,
arriba alco Colada, un grant colpe dádol ha,
las carbonclas del yelmo tollidas gelas ha,
cortól el yelmo e, librado todo lo hal,
falta la cintura el espada llegado ha.
Mató a Búcar, al rey de allén mar,
e gano a Tizón que mil marcos d'òro val.
Vençió la batalla maravillosa e grant.
Aquís ondró mio Çid e cuantos con elle están.


Cuenta la historia convertida en leyenda, que gano el Cid su ultima batalla a lomos de Babieca cuando caído, le ataron a la silla del caballo y este galopó hacia el enemigo. Le siguieron sus tropas que creyéndolo vivo, con fervor cargaron a su lado atemorizando a los moros que huyeron despavoridos al creer que había vuelto de entre los muertos para derrotarlos.
Muerto el Cid, Babieca no volvió a ser montado por nadie, muriendo dos años mas tarde a la edad de cuarenta años.

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