Se encontraba el Cid con sus huestes en el castillo de Peña Cadiella, a unos setenta kilómetros de Valencia; un castillo arrasado por los musulmanes y reconstruido por Rodrigo desde los cimientos sobre el año 1091, donde instaló su cuartel general. Desde allí marchó a Valencia para tratar con su protegido al-Qadir y luego viajó a Morella. Recibió entonces la visita de un musulmán que venia desde las orillas del Ebro ofreciéndole la posibilidad de apoderarse del castillo de Borja, cerca de Tudela. A rodrigo le gustó la idea y se puso en camino hacia la conquista de aquella fortaleza llevando la mayoría de sus tropas, dejando para la custodia de Valencia, una guarnición entre la que se encontraban cuarenta caballeros aragoneses que el rey Sancho Ramirez había enviado al Cid en señal de amistad y apoyo. Hete aqui que casi al mismo tiempo el rey de Zaragoza, al-Mustain enviaba un emisario informando al Campeador que el rey de Aragón, Sancho Ramirez le estaba acosando al construir la fortaleza de Castellar a veinticinco kilometros de Zaragoza obstaculizando las comunicaciones.
El Cid cerca de Zaragoza advirtió que le habian engañado al no ser cierto lo de la entrega del castillo de Borja, y al enterarse en Zaragoza de su presencia tan cerca de allí, personas notables de la ciudad salieron a su encuentro para entrevistarse con el instandole a que se aliará con el rey de Zaragoza al-Mustain.
Al final se firmó una alianza entre ellos, temeroso al-Mustain de que los almorávides le despusiesen como a los demás reyes de las taifas de al-andalus.
Esto preocupó al rey Sancho Ramirez que teniendo al Cid tan cerca, ordenó la movilización general formando un gran ejercito. Después de un intercambio de emisarios por las dos partes transmitiendo los mismos deseos de paz, el rey Sancho Ramirez junto con su hijo Pedro se entrevistaron con Rodrigo sellando un firme pacto de paz entre ellos y entre al-Mustain y el rey aragones.
Firmado el tripartito, el Cid permaneció durante un tiempo en Zaragoza. Hasta que el rey Alfonso VI, molesto con el protectorado que Rodrigo tenia sobre Valencia a la que el consideraba dentro de la influencia de Castilla, buscó el apoyo del rey de Aragón y del conde de Barcelona por tierra, y Genova y Pisa por mar para apoderarse de la ciudad.El rey Sancho Ramirez y el conde de Barcelona asediarían Tortosa sin intervenir en Valencia para no romper el pacto sellado con el Cid.
En el verano de 1092, el rey Alfonso llevó sus tropas hasta Valencia, alli conminó a los caídes de los castillos valencianos que le pagasen a el las parias que pagaban al Cid, exigiendoles que pagaran las de cinco años juntas. Con esto privaba a Rodrigo de ingresos durante un periodo demasiado largo, lo que podía ser considerado por el como una provocación.
Rodrigo aunque le asistia el derecho de todo vasallo desterrado de poder combatir contra su rey, renunció a utilizar las armas y se quedó en Zaragoza con toda su hueste. Solo se limitó a escribirle quejandose de que sus consejeros le hubiesen asesorado tan mal, y reservandose el derecho de combatir a tan malos cortesanos.
La flota genovesa tardó en llegar y Alfonso ante la falta de provisiones decidió abandonar la conquista y ordenó regresar a Castilla. Al poco llegaron cuatrocientas naves y Sancho Ramirez y Berenguer Ramón atacaron Tortosa, aunque esta resistió y se vieron obligados a regresar a sus reinos abandonando la aventura valenciana.
El Cid mientras tanto había reforzado su mesnada ayudado por el rey de Zaragoza y se aprestaba a llevar a cabo su amenaza contra sus enemigos castellanos. Su enemigo, el conde Garcia Ordoñez, señor de la Rioja.
Partió de Zaragoza entrando por Calahorra y Najera que estaban bajo la autoridad del rey Alfonso. Conquistó Alberite y Logroño, arrasando e incendiando y destruyendo aquellas tierras y apoderandose de todas las riquezas que encontraba a su paso. Era la represalia que el Cid ejercia contra Garcia Rodoñez por sus intrigas en su contra.
Conquistada la fortaleza de Alfaro, se presentarón alli emisarios enviados por el conde Garcia Ordoñez y sus parientes indicándole que los esperara alli durante siete dias pues estaban dispuestos a enfrentarse con el.
El Cid sonrió a los emisarios y les dijo que comunicaran que esperaria gustoso alli para enfrentarse a ellos.
Reunió el conde una gran ejercito y llegó hasta Alberite, pero finalmente temeroso de verselas con el Campeado, se volvió a su tierra.
El Cid esperaba en Alfaro cuando le llegó la noticia que el conde con su ejercito habian renunciado a enfrentarsele dejando Alberite vacio. Rodrigo entonces volvió a Zaragoza.
La fallida campaña de Alfonso VI por Valencia y la humillación infringida por Rodrigo sobre Garcia Ordoñez, lejos de aumentar el malestar del rey por el Cid, contribuyó a su reconciliación. El rey Alfonso ante todo era un gran monarca y estaba rendido a la evidencia de dejar olvidadas viejas rencillas con tal de recuperar un caballero tan importante para el reino, y envió a Rodrigo el perdón acogiendole en su gracia desembargando todos su bienes confiscados. Corría el verano de 1092.
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